Eje 1: Políticas de patrimonialización y dinámicas de turistificación y gentrificación
Tras décadas de denostación del turismo de masas, el llamado turismo cultural se ha ido imponiendo como alternativa amable, virtuosa y coherente de la economía posfordista que impera en la organización del turismo actual. En la búsqueda de lo que podríamos denominar la “experiencia del patrimonio cultural” de un lugar, resulta clave el papel que ejerce lo patrimonial en la producción del universo de sentidos que, del mismo modo que atraen y orientan a los turistas, construyen y transforman la ciudad.
Pero esto no es en absoluto algo nuevo, el patrimonio es uno de los elementos fundacionales del turismo. A pesar de su actual cotidianidad, el viaje extra-ordinario por excelencia de la modernidad siempre ha precisado territorios y paisajes culturales alejados -espacial y temporalmente- de las urbes emisoras de turistas. El patrimonio ha actuado siempre como una herramienta de singularización, como un atributo diferenciador que ha permitido componer relatos y escenografías turísticas de diversa condición y alcance. Trascendido el debate “autenticidad/simulacro” de los años 70, nos proponemos reflexionar sobre la construcción misma de lo patrimonial, es decir, sobre el proceso mediante el cual lo material o inmaterial llegan a ser considerados y tratados como patrimonio/s. En este sentido, el análisis de los patrimonios obliga necesariamente a detenerse en las políticas de patrimonialización y sus actores.
Las dinámicas de turistificación permiten observar cómo el patrimonio no es algo inmanente, sino sujeto a múltiples producciones y legitimaciones. El interés turístico establece unos particulares órdenes patrimoniales e invisibiliza o somete aquellos otros elementos y significados sociales que distorsionan la nitidez de los primeros. Y es que cuando el espacio urbano es la mercancía, su turistificación lleva siempre implícita alguna actuación sobre lo patrimonial, ya sea para poner en valor o sencillamente para eliminar su rastro. El orden patrimonial de un lugar no es inmune a la renovación, regeneración, reforma o reestructuración que normalmente traen consigo las ya habituales transformaciones urbanas de la ciudad neoliberal.
En este eje invitamos a presentar trabajos empíricos y teóricos que aborden preguntas como ¿Qué dinámicas conectan la turistificación con la gentrificación? ¿Qué estrategias de patrimonialización colaboran o resisten a estos procesos? ¿Se intuyen elementos patrimoniales anti-turísticos? ¿Qué lugar ocupa el conflicto social en la ciudad turística? Y es que si bien podemos entender los procesos de turistificación como catalizadores de procesos de gentrificación, no podemos obviar que, en realidad, ambos se retroalimentan. En tal sentido, para que el relato urbano del turismo tenga solidez, necesita extirpar aquellos elementos del lugar -sean personas, comercios, edificios, olores, sonidos… – que lo desmientan como lugar turístico. En estos procesos capitalistas de higienización y sanación urbana, las tensiones, conflictos o acuerdos entre cosmos patrimoniales juegan un papel fundamental en la configuración del lugar como espacio turístico. Aquellos elementos que de un modo u otro interceden en la construcción de lugares impregnados de modernidad, seducción, progreso, seguridad y bienestar, son contenidos, sometidos, desmembrados y finalmente borrados.
En un momento como el actual, en el que el Turismo se erige como la “creación más perfecta y sofisticada del Capitalismo”, resulta totalmente pertinente generar reflexiones en torno a dichas políticas de patrimonialización y el vínculo que establecen con dinámicas de turistificación y gentrificación, las mismas que hoy por hoy protagonizan una parte importante de las tensiones y los conflictos urbanos que organizan las ofensivas y las resistencias en la ciudad.