Eje 3: Retóricas del espacio público y producción del espacio urbano desde las resistencias
Este eje pretende invitar a reflexionar sobre algunos aspectos cruciales que definen y caracterizan a las actuales retóricas del “espacio público”, un término que, durante las últimas décadas, ha llegado a encarnar un concepto intrínsecamente etéreo y paradójico. Aunque la idea de “espacio público” se funda, a un nivel meramente teórico, en la igualdad entre todos los miembros que lo ocupan y transitan, en la práctica éste funcionaría en base a la exclusión. De hecho, lo que realmente subyace a este concepto no sería sino un discurso pre-fabricado que se funda en “el carácter consensualista” y, por ende, sustancialmente burgués que el propio Habermas asignara a la idea de “esfera pública”. Evidencia bien ilustrativa de ello sería el actual discurso mediático, político y económico, que legitima e incluso eleva el espacio público a la categoría de “valor”. Se trataría de una verdadera retórica estructurada de tal manera que oculta, a la vez que resuelve, las contradicciones que se dan en él. Así, los conflictos sociales profundos, que repetidamente se vuelven a presentar en la realidad práctica y simbólica de espacios públicos concretos, esto es, en lo urbano, son presentados como consecuencia de determinadas fórmulas urbanísticas que se pretenden urbanas. Ligado a ello, y como si de un “ideal normativo” se tratara, el espacio público aparece insistentemente representado como un lugar armonioso e igualitario, reflejando el producto de cierto imaginario social antes que un lugar empíricamente constatable.
La inoculación de estos elementos ideológicos en “la calle” constituiría la elevación a norma del ideal burgués de un espacio desconflictivizado y civilizatorio, en el cual desaparecen mágicamente todas las desigualdades sociales “reales” gracias a las habilidades deliberativas de sujetos racionales capaces de superar sus diferencias mediante el diálogo. Sin embargo, la calle, con su caótica deriva, no parece el espacio ideal para situar la mítica esfera pública. Así, los que quieren transformar la calle en espacio público, entendido desde el consensualismo liberal habermasiano, se encuentran con la presencia ineludible de las denominadas “resistencias”. Efectivamente, la irrupción e inmediata censura de los usos y prácticas “no regladas” en el espacio público revela que la esfera pública está basada en la confrontación entre diversos “públicos” que pugnan por el espacio. De ese modo, la tensión en el espacio público aparece de igual forma en los casos donde los sectores más vulnerables se auto-organizan a partir de una serie de prácticas “informales”, que, si bien a primera vista parecen espontáneas, en realidad están profundamente organizadas. Las suelen llevar a cabo actores sociales percibidos por el imaginario hegemónico como sectores naturalmente excluibles del espacio público –inmigrantes, trabajadoras sexuales, vendedores ambulantes, personas que viven en la calle, cartoneros–, pero que hacen de la calle su refugio, campo de juegos o medio de subsistencia asumiendo formas de des-organización social de carácter no burocrático.
A partir de esos supuestos, invitamos a presentar en este eje trabajos interdisciplinarios que sean el resultado de investigaciones empíricas o reflexiones teóricas y que propongan nuevos desafíos epistemológicos en torno al tema propuesto o intenten buscar respuestas a viejas preguntas: ¿hasta qué punto las retóricas del espacio público consiguen conformar, normativizar y fiscalizar lo urbano en directa consonancia con los valores de las democracias liberales?¿Es posible que el “espacio público” se construya también gracias a las prácticas periféricas llevadas a cabo desde las resistencias, es decir, mediante la acción contestataria de diferentes colectivos excluidos y marginalizados? ¿Quiénes son “los todos” cuando hablamos de que el espacio público es de y para todos? ¿El “espacio público” representa simplemente un concepto, un ideal, una creencia, o refleja también la forma urbana que adoptan los conflictos, es decir, el escenario donde se manifiestan y materializan disputas concretas que apelan, precisamente, al tan manido “derecho a la ciudad”?